viernes, 13 de febrero de 2009

Sobre lo que pasa en el país

Opinión sobre la columna del 6 de febrero del 2009 de Fernando Balseca “Les Falta Tristeza”
Si uno se quisiera alejar de la postura política que implica el autor de la columna, pues es claro que él esta en la otra orilla política, por así decirlo, del grupo del presidente. Como una autentica y desligada crítica a un comportamiento exhibido por entes de la esfera del poder, no puedo más que estar en acuerdo con su postura.
Cuando se habla de la reflexión, esta es en sí una actividad que apunta a cierta tristeza. Esto es por la naturaleza misma del hombre, desde un punto de vista psicológico, de ente incompleto. Un proceso de constante búsqueda de la satisfacción de necesidades, un rompecabezas en constante fluctuación, esas son posibles definiciones de un hombre. Y en ninguna de ellas puede uno, correcta y lógicamente, adscribir una inherente felicidad.
La reflexión conlleva un mirar hacia adentro, introducirse en la propia psiquis del ente analizado; por el contrario la felicidad es una expresión exterior, hacia afuera para demostrar algo a otros, no para uno mismo. El comportamiento triunfalista del partido de gobierno es lamentable en el sentido, que expresa el Sr. Balseca, de una inherente falta de respeto por la situación del país, un desprecio por el sufrimiento de otros ecuatorianos menos afortunado o que no son parte de la esfera del poder político.
Esto es una falta de compromiso a la moral, pues como lo asevera la columna cuando: “…Basta reflexionar en las necesidades no cubiertas de la gente común para convencerse de que aun tenemos más motivos para la aflicción que para el desproporcionado alborozo…”, es un atentado contra la naturaleza social del hombre este comportamiento de sobre dimensionar mínimos triunfos, de grupos particulares. En palabra más grave, es una completa burla y tomadura de pelo del resto de los ecuatorianos, especialmente considerando el absurdo uso del término “el triunfo de la revolución ciudadana”. Analizando esto de forma fría, no podemos hablar de un triunfo pues una batalla no constituye una guerra; una revolución ciudadana implica el compromiso de la mayoría y para la mayoría, al contrario de la realidad nacional que unos pocos están usufructuando de la mayoría (con la osadía de reprochar a las “viejas oligarquías” en la mitad de las construcción de una nueva y tan o más limitada oligarquía).
Para terminar, y concordar con el artículo, este comportamiento muestra una clara falta de crítica dentro de la cabeza del grupo que maneja el poder en la actualidad. Si en su limitada forma de razonar, han alcanzado el triunfo ojala adquieran una sensibilidad por los menos afortunados y que modifiquen su discurso avasallador hasta lograr una verdadera victoria para todos, como ellos proclaman. Pero, si es que en realidad saben lo limitado de sus objetivos, esto es un mal chiste, un ultraje a la dignidad de toda persona que forma parte del estado, pues se nos engaña y se regodean en el engaño, a costa de todos.