lunes, 29 de junio de 2009

Carta abierta en defensa del Sr. Víctor Bitterman

Es lamentable que el temor generalizado que vivimos en la ciudad, lleve a situaciones deplorables. Particularmente me refiero al reciente hecho, el lunes 22 de junio del 2009 en el restaurante “El Portón”, ahí una persona aun no identificada llamó a la policía por precaución. La llamada se debió al temor de éste comensal por la actitud que le parecía sospechosa, de unas personas de raza negra, entre las cuales se encontraba el Sr. Felipe Caicedo. El incidente causó en el Sr. Caicedo una molestia entendible, luego de que un grupo de policías ingresara al lugar y lo trataran de muy mala forma. Y debido a la fama que goza el Sr. Caicedo, futbolista internacional y miembro de la selección nacional, los medios de comunicación han saltado sobre la noticia. Qué triste que solo por tratarse de una persona conocida se ha hecho gran cobertura de la noticia, en esta ciudad donde sucesos iguales se dan todos los días.
Por ello quiero presentar un par de puntos que me parecen relevantes sobre el desagradable incidente y lo que acontecido luego:
• La ciudad de Guayaquil tiene una tasa de criminalidad alta, no es raro que amigos de lo ajeno ataquen a los locales de comida, especialmente en el área de Urdesa.
• La actitud de la policía, que aparentemente entró con más de 10 elementos uniformados, y procedió a acosar al Sr. Caicedo y a su primo. Esta actitud pude definirse auténticamente como racismo, especialmente considerando las acusaciones que ofrece el jugador sobre lo que le dijeron y como lo trataron.
• El Sr. Caicedo por sus propias declaraciones, asume que la persona que llamó a los policías era el dueño o administrado del lugar.
• La temeridad de la demanda, pues aparentemente ni se tomaron la molestia de confirmar quien llamó a la policía. Con esto le han creado un gran mal al Sr. Bitterman, pues lo han ensuciado en todos los medios de comunicación nacionales e internacionales sin siquiera darse el tiempo de confirmar sus denuncias.
• Y si el Sr. Bitterman fuese el racista como lo tachan con tan mala fe, ¿acaso le hubiese dado atención a los señores? Y si fuera tan racista como incoherentemente aseveran ¿no les habría pedido que se marchasen?
• Y a la persona que llamó a los oficiales, ¿acaso no está en su derecho de protegerse si se siente intimidado?
Con todo esto la conclusión más exacta a la que una persona puede llegar es, la culpabilidad recae sobre los uniformados. Las acusaciones del Sr. Caicedo son contra el trato que le dieron los uniformados quienes fueron los culpables de su mal rato; y su demanda, presentada tal vez por malos consejos que le han dado contra el Sr. Bitterman, está totalmente fuera de lugar pues como ya se aseveró él nunca llamó a los oficiales y el Sr. Caicedo reconoce que asumió que fue el dueño quien llamó.
Yo me solidarizo pues conozco al señor Bitterman y no me queda duda que él nunca trataría a un cliente de esa manera. Tengo el gran honor de considerarlo como un amigo y me causa gran dolor que se lo acuse de estos hechos tan fuera de su carácter. Incluso, y tal vez él no lo quiera traer a colación pero vale mencionarlo, pertenece a un grupo social minoritario también, y sabe muy bien lo que es ser perseguido. ¿Acaso no sufrieron muchísimo los judíos en la Segunda Guerra Mundial?
Quedo pues con la esperanza de poder aportar algo a la defensa de una persona que conozco como integra y lamento que esto le causa tan grave daño. Pues ¿qué más tiene un hombre que su honor?, lo triste es que aunque se aclare la situación ya está hecho el daño. Pues el mal momento ya lo ha pasado también el Sr. Bitterman.
José Antonio Intriago Suarez

miércoles, 24 de junio de 2009

Critica teatral

La obra presentada en el auditorio de la Alianza Francesa de la ciudad de Guayaquil, es una alternativa interesante de teatro leído con una historia infantil. El elenco consta de: Gilby de la Paz, Clara López, Aída Calderón, Marcia Cevallos, Bárbara Aranda y Pilar Aranda. La puesta en escena es dirigida por Santiago Roldós, que dirige al grupo Muégano al que pertenecen todos. Todas las integrantes del elenco estaban vestidas en mallas negras, así como el escenario solo constaba de una mesa con un mantel negro y cinco sillas para las artistas. Esto conspira para elevar a mayores niveles el tono dramático de su lectura. Al eliminar estos elementos, el espectador se centra solamente en las expresiones y la voz de las ejecutantes. La historia en sí, no tiene una gran profundidad, es en esencia una re-interpretación del mito de Alicia en el País de las Maravillas, esta versión nueva escrita por la mexicana Maribel Carrasco. Así pues al eliminar la idea de criticar un texto de por si pobre y repetido, no es menester despreciar la interpretación ofrecida. La acción es llevada en el escenario con una buena iluminación y una excelente elocución por parte de las intérpretes. Hay pequeños juegos de palabra para entretener a los adultos, pero la obra en sí va dirigida a los más pequeños. Las expresiones de las ejecutantes, su proyección de voz son lo que le da ritmo al relato, además del uso de ayudas visuales como los dados y los carteles para separar cada “acto”, lo que deja en la mente del espectador la creación de cualquier otra ayuda visual generalmente asociada con la interpretación de teatro. Es puesto el peso de la construcción visual sobre los hombros del espectador. Con todo es una buena e interesante ejecución de teatro leído, le aporta mucho más al texto que una interpretación más tradicional. Una buena elección por parte del grupo, pues resalta la idea de el uso de la imaginación, parte esencial de la experiencia infantil.