miércoles, 5 de agosto de 2009

El Amateur en las Peñas

La obra “el amante” del Premio Nobel Harold Pinter, fue puesta en escena por una compañía amateur el fin de semana pasado por el mes de la ciudad. Con esto se cerraron 30 días de intensa actividad cultural impulsada por el municipio y el gobierno nacional. Esta presentación de la obra se llevo a cabo en una de las casas antiguas del barrio Las Peñas. Esto ofreció la posibilidad de que el público por una parte, admire un hogar antiguo de la ciudad y un escenario diferente para la puesta. El problema fue la colocación del escenario, en el patio interior de la casa. Por esto eran claros y molestos los sonidos ambientales, como los ladridos de perro y demás ruido de la calle. Además, como cualquier casa antigua, el paso de las personas en la planta alta causaba el crujir de la madera lo que ocasionaba molestia. Tal vez esto no hubiese sido un problema, pero los protagonistas de la obra no contaban con la adecuada proyección de voz para un escenario exterior. El actor que interpretó al esposo pudo corregir esto, pero la esposa nunca logro realmente el tono ni el volumen adecuado. El texto ofrece maravillosas interpretaciones, desde la idea de la ventana por la cual el público ve las acciones o la realidad misma de este matrimonio típico de clase media inglesa. El esposo, reflejando una visión del típico hombre ingles flemático, aportó una interesante propuesta de actuación. Al contrario la esposa tuvo momentos extremadamente flojos, así su actuación se vio plana y nada natural, pues su postura incluso aparecía mecánica. La iluminación acertó a las fortalezas que ofrecía el lugar, jugando con la parte expuesta del cerro Santa Ana y su particular coloración. El predominio fue de colores de tonos calientes, como el rojo y amarillo, aunque en momentos se uso un violáceo para la entrada de la cantante al principio y al final. La música fu el otro gran acierto de la dirección, al contar con una joven cantante que rindió una exquisita versión a capella del tango “quizás, quizás, quizás”. Acompañada solo al final, por un percusionista. Este ofrecía pequeños interludios musicales al final de cada escena. Colocado durante este tiempo arriba de la parte expuesta del cerro, esta posición dejaba que el sonido fluya de manera interesante. Con todo un loable intento por una compañía amateur, que con más experiencia definitivamente mejorará.

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